26 nov 2011

- Reflexión_1 (Estado estacionario)

Antonio Cano (Economista):


«… al estudiar cualquier movimiento progresivo, que es por su propia naturaleza ilimitado, el espíritu no queda satisfecho con sólo investigar las leyes que rigen ese movimiento; no puede menos de formularse otra pregunta: ¿con qué objeto? ¿Hacia qué punto tiende la sociedad, en definitiva, con su progreso industrial? Cuando cese ese progreso, ¿en qué situación es de esperar deje a la humanidad?

(…) Para los economistas de las dos últimas generaciones tiene que haber sido una perspectiva desagradable y desalentadora esta posibilidad de evitar en último término el estado estacionario, esa irresistible necesidad de que la corriente de actividad humana desemboque al fin en un mar al parecer estancado (…)

No puedo mirar al estado estacionario del capital y la riqueza con el mismo disgusto que manifiestan sin ambages los economistas de la vieja escuela. Me inclino a creer que en conjunto, sería un adelanto muy considerable sobre nuestra situación actual. Confieso que no me agrada el ideal de vida que defienden aquellos que creen que el estado normal de los seres humanos es una lucha incesante por avanzar; y que el pisotear, empujar, dar codazos y pisarles los talones al que va delante, que son característicos del tipo actual de vida social, constituyen el género de vida más deseable para la especie humana (…) la mejor situación de la naturaleza humana [para mí] es aquella en la cual, mientras nadie es pobre, nadie desea tampoco ser más rico ni tiene motivo alguno para temer ser rechazado por los esfuerzos de otros que quieren adelantarse.
[Pero] mientras las inteligencias son groseras, necesitan estímulos groseros, y es preferible dejárselos. Entretanto, debe excusarse a los que no aceptan esta etapa muy primitiva del perfeccionamiento humano como el tipo definitivo del mismo, por ser más escépticos con respecto a la clase de progreso económico que excita la congratulación de los políticos ordinarios: el aumento puro y simple de la producción y la acumulación.

Tampoco [produce] mucha satisfacción contemplar un mundo en el que no queda nada de la actividad espontánea de la naturaleza; en el que se ha puesto en cultivo hasta el más minúsculo pedazo de terreno que es susceptible de dar alimentos para seres humanos en el que han desaparecido los pastizales floridos devorados por el arado; se han exterminado, como rivales que disputan los alimentos, a los cuadrúpedos y los pájaros; los setos y los árboles superfluos arrancados de raíz, y en el que casi no queda sitio donde pueda crecer una flor o un arbusto silvestre sin que se les destruya como una mala hierba en nombre del adelanto agrícola. Si la tierra ha de perder toda esa gran parte de lo que tiene de agradable gracias a cosas que serían extirpadas de su superficie por el crecimiento ilimitado de la riqueza y la población con la sola finalidad de sostener una población más numerosa, pero no más feliz, confío sinceramente en que, para el bien de la posteridad, la humanidad se contendrá con el estado estacionario, mucho antes de que la necesidad obligue a ello.


FANTÁSTICO ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD ACTUAL, SUS PROBLEMAS, SUS DEBILIDADES Y UNA PRIMERA VISIÓN DEL COMO SEGUIR CAMINANDO. El arte de vivir...
John Stuart Mill, Principles of Political Economy, 1848 Los economistas tienen que haber visto, con mayor o menor claridad, que el incremento de la riqueza debe tener un límite: que al final de lo que llaman estado progresivo se encuentra un estado estacionario, que todo progreso de la riqueza no hace más que aplazarlo y que cada paso hacia delante nos aproxima a él. Casi no será necesario decir que una situación estacionaria del capital y la población no implica una situación estacionaria del adelanto humano. Sería más amplio que nunca el campo para la cultura del entendimiento y para el progreso moral y social; habría más probabilidades de perfeccionar el arte de vivir (…) cuando los espíritus dejen de estar absorbidos por (…) el arte de progresar.»

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